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José Luis Corral, ya antes de ser un autor de novela histórica exitoso, era un reconocido historiador especialista en Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza. Es en el Medievo donde sus grandes dotes de investigador son más evidentes (1), y, hace dos años, lanzó un pequeño libro (2) sobre la Corona de Aragón, de carácter principalmente divulgativo, una lectura ligera y amena que se centra en los aspectos políticos de la Corona.

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Cubierta del libro.

No se puede escapar a nadie que el libro salió, precisamente, cuando la llamada cuestión catalana estaba más candente que nunca, así que, en cierto modo, se podría tachar de oportunista. Bueno, en realidad, el propio Corral lo aclara en el prólogo, al decir que quiere meterse de lleno en el debate de la utilización política de la historia para justificar un presente, sea real o irreal.

En primer lugar, no se puede acusar a Corral ni de españolista, ni de aragonesista. De hecho, no es nacionalista en modo alguno. Pero tampoco es catalanófobo. Insisto en que lo deja muy claro: es historiador, y la historia, pese a lo que algunos crean, es una ciencia, una disciplina con su metodología, herramientas y procedimientos que podrán no ser tan exactos como las matemáticas, pero que están consensuados. Y el estudio de la historia exige rigor científico. Las interpretaciones de la misma son perfectamente legítimas, pero no pueden proyectarse al presente con un sesgo ideológico.

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El autor.

Por ello, Corral deja claro que su breve libro es una aclaración de lo que era la Corona de Aragón, acudiendo a las fuentes primarias, directas, que todo historiador debe considerar: los archivos, los documentos que los propios reyes signaron, pruebas irrefutables quizá no de lo sucedido (3), pero sí de lo que el autor utiliza para argumentar sus tesis. Así, deja constancia de varias cosas:

-El monarca que reinaba sobre los territorios que nos interesan fue Rey de Aragón y Conde de Barcelona, entre otros muchos títulos

-La Corona de Aragón, como tal, no aparece mencionada hasta el siglo XV

-La Corona de Aragón no fue una confederación, sino una suma de territorios con sus peculiaridades que tenían como nexo común la fidelidad al rey

Estos tres aspectos, como más relevantes.

También dedica un apartado Corral a las manipulaciones interesadas, cuando no directamente invenciones) de cronistas e historiadores que existen no solo desde el siglo XIX, sino antes. El autor señala que las reivindicaciones políticas nacionalistas pueden ser perfectamente legítimas (4), pero no pueden deformar o retorcer los acontecimientos históricos para acomodar unas bases sobre las que sentar un armazón ideológico que, por lo general, tiene su punto de partida en una visión romántica e idealizada mucho más interesante y novelesca que la realidad.

Se trata, pues, de un libro breve, pero muy lúcido e interesante que, con la utilización de documentos, pone los puntos sobre las íes adoptando la postura de lo que un historiador debe ser: un científico.


1: También se nota en sus novelas, siendo las más interesantes las ambientadas en dicho período.

2: Unas 150 páginas más anexos.

3: El historiador no se puede fiar de todo lo que lee entre legajos polvorientos y piedras centenarias; ahí está la victoriosa descripción de Ramsés II en Qadesh que el propio Corral cuenta y que no sucedió así. Sin embargo, sí que hay que fiarse (si no media falsificación documental por medio) de los sellos de validación de los monarcas, por ejemplo, que así validan, valga la redundancia, los títulos que anteceden a sus nombres.

4: Corral no entra en ese terreno. Es un libro de historia, no de política.