Capítulo 3: (I)(II)(III)(IV)(V)(VI)(VII)(VIII)(IX)
La noche transcurrió sin incidentes, tal y como Morgana predijo. Pese a que había asegurado a sus acompañantes que no había nada que temer, pues en caso de cualquier problema se daría cuenta de inmediato y los avisaría, Perceval no estaba convencido. Insistió en hacer la primera guardia con tal vehemencia que la hechicera se rindió suspirando; encogió los hombros y se apoyó en las nudosas raíces del árbol, sumiéndose en un profundo sueño del que no despertaría hasta que los primeros rayos de sol del nuevo día se filtraron por entre las ramas. Con los brazos cruzados sobre el libro, para que nadie tuviera la osadía de echarle un vistazo. Sobre todo, Elin.
La joven sin embargo se despertó una gran cantidad de veces, se removió inquieta, creyó escuchar un ejército de ranas y grillos que solo tenían una intención en la vida: no dejarla dormir en paz.
Así que, cuando se levantaron, era todo bostezos y ojos semicerrados.
–¿Y qué hacemos ahora? –Perceval miraba a un lado y otro, como esperando que una senda con letreros que indicara el camino a seguir apareciera por arte de magia ante sus ojos.
–Yo tengo que ir –dijo Elin ahogando el enésimo bostezo desde que se había puesto en pie– al pantano.
–¿Y qué se os ha perdido ahí, dama Elin? –El Bello se abrochó el tahalí, colgó la espada del mismo, la miró con dulzura, se alisó el fino cabello rubio.
–En realidad, no lo sé, caballero. –La gracia con la que habló Elin movió a Morgana a girar los ojos sobre sus órbitas, pensando en que suficiente tenían como para andar metidos en líos de amoríos–. Fue Merlín quien dijo…
–Merlín, Merlín… Ese viejo astucioso… –El Bello puso las manos tras la nuca, estirando la espalda–. Siempre anda metido en…
–Más bien metiendo las narices –interrumpió Morgana, cansada de tanto diálogo fútil–. Dijisteis ayer que fue Merlín quien dijo que vinierais por estos lares, ¿cierto, Bello?
–Cierto es.
–¿Y para qué, en nombre de Lug, os dijo tal cosa?
–Dijo que podría recuperar mi nombre, dama Morgana.
–¿Vuestro nombre? –preguntó Elin con inocencia. Perceval asistía al diálogo mascando un trozo de cuero crudo.
–¿Acaso imaginas, niña, que se llama Bello Desconocido? ¿Que sus padres fueron tan patanes como para llamarle de tal modo?
–No, no… –Elin se arreboló avergonzada. Morgana era dura con las palabras que le dedicaba.
–Tal fue el apodo que nuestro señor Arturo me puso al llegar a Camelot, dama Elin. No sé de mi linaje, pero algún día recuperaré la memoria.
–Y el título y tierras, si tenéis suerte –rezongó Morgana–. ¿Y cómo pensáis encontrar vuestro nombre por aquí, si puede saberse? –La hechicera abarcó el bosque con un movimiento de su brazo, las anchas mangas revoloteando con fluidez. El Bello no supo qué decir. Se limitó a encogerse de hombros–. Muy bien. Vos seguid comiendo, Perceval, que boca ocupada no dice memeces. –El aludido se atragantó, no sabiendo muy bien por qué demonios la hechicera se cebaba con él.
»Si queda claro algo, es que sois tres chorlitos que no tenéis ni idea de en qué os habéis metido. Y algo me hace pensar que el… astucioso… Merlín os ha mandado para vigilarme. Habrá que complacerle, entonces. No voy a patalear ni a gritar como una niña boba. Si podéis seguirme el paso, seguidme. Vamos al pantano, a ver qué hay allí para Elin.
Comenzó a andar a grandes trancos, sin detenerse por un momento a mirar atrás, y los tres tuvieron que echar a correr para alcanzarla antes de que se desvaneciera entre los gruesos árboles del bosque de Genindas. Se miraban, miembros como eran de la Tabla Redonda, con caras estupefactas, sorprendidas, aturdidas, sin saber muy bien qué pensar sobre la diatriba de la hechicera. Que seguía andando con tal velocidad que parecía que el diablo la persiguiera. Los caballeros, que apenas habían tenido tiempo para ponerse sus brillantes armaduras al despertarse, resollaban y jadeaban como caballos enfermos, mientras Elin avanzaba ligera, como un espíritu, más cerca de Morgana que de ellos.
–¿A vos os dijo… Merlín algo sobre… vigilar a Morgana? –farfulló con el aliento que pudo Perceval.
–No… ni una palabra –respondió el otro.
HAY O HA HABIDO GRANDES DISPUTAS ENTRE MERLIN Y MORGANA
Efectivamente, querido Peris. La corte de Camelot no es lo suficientemente grande para dos magos 😀
Jiji a ver qué encuentran en pantano… 😊😉
Como mínimo, tierras pantanosas. Y mosquitos, si te descuidas 😉
Juas, juas!!
Me tiene intrigada el tal Bello, su ridículo nombre no me transmite seriedad jajaja
Me da que al final Perceval, dará un giro inesperado y ya no lo veremos tan patán, no sé…
Pues que sepas que es un personaje no inventado por mí (por si no lo has buscado en Google o no lo conoces)
Es el protagonista del roman «El bello desconocido», de Renaut de Beaujeu, y fue el primer libro de temática artúrica que me compré con mi dinerito propio. Hace muchos años. Muchos. Así que, por nostalgia y esas cosas, le he dado un papel en la farsa (digo farsa porque me gusta el palabro y hace mucho que no lo uso; no porque lo que esté escribiendo lo sea. O sí, no sé 😀 )
Ah, pues no lo conocía, no.
Nunca te acostarás…
Pero a Lug, sí lo conozco. Me encanta esa referencia que haces a la mitología celta. 😉
Es que Morgana no va a ir mentando los nombres de los santos y padres de la Iglesia… Una característica casi inmutable de Morgana es la afinidad con los poderes oscuros (satánicos) o, en versiones menos duras con ella, su afiliación a la religión druídica-céltica.
Podríamos hablar mucho de la visión del mito artúrico y sus dos personajes mágicos principales en paralelo a la religión cristiana (católica) y la druídica, pero no es momento ni lugar 😀
Jajaja lo que me extraña es que, puestos a asociar a Morgana con algo malo, como es que no nombra a Balor en vez de a Lugh.
Bueno, no voy a ser yo quien asocie a Morgana con los poderes mefíticos. Que no he optado por esa visión maniquea (y por qué no decirlo, misógina) 🙂
De acuerdo contigo! Aunque no la pintas muy buena que digamos jajaja
Mujeeeer… Más que no muy buena, un poco socarrona. Es que está hasta los ovarios de tanto machito enlatado y no ha desarrollado la sororidad 😉
Jajaja La entiendo perfectamente 😉😂😂
No, en serio. Estuve dudando en si plegarme al arquetipo de Morgana-mala o hacer otra cosa con ella. Y me decanté por hacerla un personaje de grises, con inclinación a la mordacidad y la mala leche, pero que (por de pronto al menos, no voy a espoilear lo que ni siquiera he escrito 😀 ) es una ayuda contra el «malo maloso»
Jajaja siento seguir el tema es que la mitología me molaaaa 😊 Y además he empezado mis vacas 🙌
Pero tienes razón, no es el momento ni el lugar jiji
Un saludo, Lord!!
¡Esas vacaciones navideñas para el personal docente! 🙂 🙂 🙂
Ey, muy merecidas, eh?! Esos que acostumbran a decir eso, les propongo un cambio de trabajo durante un trimestre y después, lo hablamos… Te digo, que más de uno cambiaría de parecer 😉
No, no, si lo digo sin acritud… Que soy funcionario y ya sabes lo que dicen 😀 😀 😀 😀 😀
Es la segunda vez que noto que no me sorprende lo ocurrido sin haberlo presentido. La historia es coherente. Pero además hay un buen montón de detalles atractivos:
Me suena que la relación entre Morgana y Merlín es como la de Sabata y Banjo. Las leyendas del Bello desconocido y de Perceval. Mitología celta. Y un libro con «sorpresa», acompañado por la sombra de su dueño.
¡Esto va cada vez mejor!
Intento dar coherencia a todo lo que escribo. La considero fundamental, incluso más todavía que en la literatura digamos realista, en la fantasía y la ci-fi: coherencia en el mundo que inventas, en la trama, en los personajes… o se cae en una sucesión de acontecimientos salvados por la campana, deus ex machina sin cuento y demás artificios que empobrecen la lectura. El principal problema de escribir «El romance…» es el hacerlo en plan «ahívaquevoy» a lo que salga desde el principio; de hecho, la concepción ha cambiado, pues en un inicio tenía pensada una estructura de capítulos sueltos autoconclusivos en plan «Elin va a una aventura/Elin vive una aventura/Elin vuelve de la aventura», en homenaje a los muchas estructuras de romans artúricos… pero la cosa ha cambiado. Y mucho. En la que ya he pensado todo, a grandes rasgos, ya que estamos. El problema, como decía (que me enrollo y no llego a ningún lado 😀 ) era mantener esa coherencia con lo que ya había escrito… y para eso uso una táctica un poco rastrera, quizá, pero efectiva: desvelar a medias algo, que puede ser utilizado de un modo u otro más adelante en su totalidad para acomodarlo a la marcha de la historia. Dándome varias posibilidades, puedo optar por la más conveniente 😀 😀 😀
PS: He tenido que buscar lo de Sabata y Banjo, que como hablamos, yo de western (ni spaghetti) no sé mucho 😀