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La reseña que viene a continuación es de la novela que Mariana Palova (cuya página dedicada al libro, por cierto, podéis visitar en este enlace), con ilusión, sus propios medios, y su tesón, ha creado y está a punto de publicar. El próximo mes de febrero sale a la luz el primer libro de su saga La nación de las Bestias, que lleva por título El señor del Sabbath, que podemos, grosso modo, enclavar dentro del género de la urban fantasy. Esto, por supuesto, requiere de una puntualización, porque la urban fantasy es demasiado genérica como para que una obra literaria quede definida por ello: la fantasía en El señor del Sabbath está definida por los elementos sobrenaturales, que bordean el terror en ocasiones, que bebe de diferentes fuentes, como luego se verá. Por tanto, una ciudad que es el escenario de sucesos horripilantes que son la plasmación de la sempiterna lucha entre el bien y el mal.

cubierta

Ilustración de cubierta, obra de la propia autora.

¿Y qué ciudad es? Nueva Orleans. Nada menos. Vieja conocida de la ficción gótica y misteriosa, presente en numerosas obras de terror, desde Anne Rice hasta Poppy Z. Brite (1), por poner solo dos ejemplos que casarían con la temática de Palova, la más famosa ciudad de Louisiana es el marco y, en ocasiones, un actor más de la novela. El mardi gras, como no podía ser de otro modo, aparece en sus páginas, con su desenfreno, su locura y su erotismo, y las menciones a Bourbon Street y los locales dan un toque de exotismo y, al mismo tiempo, cercanía a la narración. Que, por otra parte, reflejan el amor de la autora por la ciudad y el conocimiento de la misma.

Las vivencias de Mariana también aparecen reflejadas en la filosofía que subyace en El señor del Sabbath, centradas en una espiritualidad que bebe del budismo y las creencias orientales, pasadas por un filtro occidental que resulta en una curiosa muestra de sincretismo que, no obstante, tampoco es determinante en la novela. La novela se centra en el viaje iniciático del protagonista, y lo que le rodea es un tapiz multidimensional y colorido que refleja el mundo en el que Elisse, que así se llama, vive y evoluciona.

Porque la novela es Elisse, y Elisse es la novela. En todo momento (2) el lector está asomado a su hombro, viendo las cosas desde su punto de vista y sintiendo lo que él siente, acompañándole en su, como he dicho, viaje de desarrollo personal desde que llega, procedente de la India, a la ciudad de los pantanos y huracanes, de los caimanes y de la comida cajún. Y, sobre todo, del vudú. La magia desfila en el libro en dos corrientes, podríamos decir: la que acompaña las naturalezas de Elisse y aquellos que se convertirán en su familia, y, desde luego, el vudú. Si el libro se llama El señor del Sabbat, haciendo una clarísima referencia al Barón Samedi es por algo, y Mariana no decepciona: hay muñequitos con agujas clavadas, botellitas con cosas extrañas, muertos redivivos, sangre y vísceras derramadas en conjuros y luchas, bailes frenéticos cuando los espíritus poseen… Hay vudú, mucho vudú (3)

Pero más interesante, para mi gusto, resulta la naturaleza de Elisse y compañía: son cambiantes. Cambiaformas. Por si alguien no lo entiende, hombres lobo. Bueno, esto no es cierto del todo: son hombres-animales. Humanos con la capacidad de convertirse en animales o viceversa, sean lobos, alces u otra criatura (4); creo que se entiende. Y aquí Palova crea un mundo nuevo yuxtaponiéndolo a los otros elementos mencionados, una mitología desde el inicio de los tiempos que habla de algo que ha existido siempre, que nació con la propia Tierra, que se ha mantenido a lo largo de los tiempos en los márgenes de la sociedad humana… un pequeño clan, en este caso, una tribu de cambiantes que acogen a Elisse y lo guían en su viaje de transformación.

Asi, el elenco de personajes se centra, principalmente, en dichos cambiantes, personajes bien dibujados en algunos casos, aunque en otros aparecen como meros figurantes sin excesiva profundización. Nada serio, porque es de imaginar que, en próximos libros, las relaciones entre ellos darán pie a saber más del pasado, motivaciones y comportamiento de personajes que, en esencia, solo han sido presentados. A fin de cuentas, el libro habla de Elisse, repito, y este aparece lo suficientemente bien plasmado en el libro como para entenderlo, aunque la autora también deja ver algunos aspectos intrigantes que no desvela, con la idea, es de suponer, de desarrollar la trama en volúmenes posteriores.

Mariana también opta por un estilo literario que vuelve a poner el foco de atención en Elisse al elegir un narrador en primera persona y el presente de indicativo. Y he aquí mi principal pega al libro, porque la utilización del tiempo presente para escribir ficción me aturde, me desconcentra, no soy capaz de empaparme bien de la narración. Pero eso, por supuesto, es problema mío como lector, no de Mariana como autora. De hecho, Mariana escribe con frases sencillas, claras y comprensibles, que describen perfectamente tanto los pensamientos de Elisse como las escenas de acción, mientras que los diálogos reflejan correctamente a cada uno de los personajes. El problema, insisto, es puramente mío (5).

No queda mucho más por decir sin centrarme en el argumento. Quizá, al respecto, comentar que la novela tarda en arrancar, que hay que darle tiempo y tener paciencia porque el principio es un tanto confuso, con un personaje del que no se sabe gran cosa y parece él mismo confuso, que tiene unos pensamientos tan dubitativos (6) que hace que el lector se quede extrañado sin saber muy bien qué pensar. Pero la paciencia tiene su recompensa: cuando todo se explica, el lector se lanza de cabeza a una trama bien hilada, no especialmente enrevesada y que sirve sobre todo como presentación de personajes y mitología, pero bastante frenética, acompañando a Elisse en una montaña rusa que hará que su vida cambie para siempre. Si para bien o para mal, eso es otro cantar.

En suma, Mariana Palova ha hecho un trabajo muy interesante, que abre las puertas de muchas posibilidades y en el que las diferentes influencias, tanto reales como ficticias, se enlazan entre sí sin chirriar en absoluto, conformando un marco en el que desarrollar una historia con mucho potencial. Un primer libro, pues, de una saga que es introductorio, que presenta adecuadamente a varios personajes y situaciones y, sobre todo, al protagonista, con quien no es difícil empatizar una vez entiendes quién es.

Solo me queda desearle la mejor de las suertes, esperando que el enorme trabajo y el tiempo y esfuerzo que ha dedicado en su libro tengan su recompensa.


1: Desde 2010, Billy Martin.

2: Salvo pequeños capítulos que se ven desde la óptica de un espíritu del que no voy a hablar más para no destripar la trama y que permiten obtener una visión un tanto más amplia de la trama, una decisión bastante inteligente por parte de la autora.

3: Otro de los intereses de Mariana.

4: Como jugador durante un tiempo (aunque hace años) de Werewolf: The Apocalypse, me moló bastante, la verdad.

5: Aunque parece que últimamente se estila el uso del presente para, en teoría, implicar más al lector en la acción, lo siento, no me implica…

6: Impresión realzada, además, por cómo le trata el resto del mundo, en una suerte de equívocos de género que, cuando se entiende, resultan graciosos.